¿Ya has visto Avengers Endgame? Porque si no es así me preguntaría por qué estás viendo este análisis que va a estar repleto de spoilers. Si, SPOILERS, esa palabra maldita que inunda las redes sociales y que hace que tu hype se desplome al tragarte una imagen que desearías no haber visto. Avisado quedas que no me cortaré ni un pelo en los siguientes párrafos que profundizan en qué hace de Avengers Endgame el homenaje más sobresaliente de toda la historia del cine y por qué no termina de ser una película perfecta.

Entrando en materia, vamos a empezar con lo bueno, con lo que hace de Endgame el blockbuster más interesante de todo el año, de toda una  generación que ha crecido con la sombra de un Iron Man que ha sido capaz de alargarse durante más de diez años y que, desgraciadamente, ha terminado desapareciendo. “Parte del viaje es el final”. Lo decía el mismo Tony al final de la cinta y razón no le faltaba. Sin embargo, Marvel sabe que los finales suponen el último contacto que tenemos con un personaje, la última imagen con la que nos quedamos, la última sensación que nos transmite. En su elenco de personajes, las sensaciones han sido muy diferentes entre sí. Por una parte hemos tenido finales dignos de mención, como el sacrificio de Tony enfrente de todo un universo cinematográfico, y otras despedidas que han dejado un sabor agridulce.

Más allá de la mítica frase de “Yo soy Iron Man”, la representación de Tony Stark con esta última cita memorable vemos toda una declaración de intenciones. Cierra un círculo iniciado en 2008 con su figura. No lo hace solo, lo hace acompañado de más de 20 películas delante de él, enfrente de personajes tan dispares como parecidos entre sí que han terminado reuniéndose por una alocada idea que empezó a brotar de una película que pocos auguraban un éxito a la larga. La figura de Iron Man en todo el UCM representa un simbolismo, una vida repleta de anécdotas y altibajos en sus producciones junto a un sacrificio y una constancia por querer hacer las cosas bien y confiar en uno mismo ¿No es suena esto a la personalidad del mismo personaje de Robert Downey Jr.? Con Tony hemos vivido exactamente lo mismo. Un personaje interpretado por un actor con anécdotas tan estrafalarias como extraordinarias tras de sí, idas y venidas con sus comportamientos (que si va a ser un héroe, que si hace a Ultrón…), pero todo ello acompañado de una voluntad de hierro de querer ser un héroe, de querer proteger a la Tierra de las amenazas que hacen peligrar a la humanidad.

La interpretación de Robert Downey Jr. en Endgame es, a efectos prácticos, lo mejor de la cinta. Supone el fin del desarrollo de su personaje. Si ya en Civil War vimos su rostro más humanizado o en Infinity War su lado más heroico, en Endgame juntamos todo eso para dotarle de algo nunca visto hasta la fecha: su final. Hablar de finales en Marvel es complicado, más aún si hablamos de la figura más emblemática y que ha cosechado grandísimos resultados en la taquilla global. En su última aparición, vemos a un Tony que tiene una familia, que ha dejado un legado más allá de lo “heroico”, que ahora es un hombre que tiene muchísimo que perder y que, aún así, decide hacerlo porque eso es lo significa ser un héroe. Me atrevería incluso a decir que el desarrollo psicológico de su personaje ha sido el más grande que hemos podido ver en el género de superhéroes (algo lógico si tenemos en cuenta su participación en tantas producciones).

El personaje del Capitán América ha sido otro de los grandes beneficiados en la narrativa que nos plantea Endgame. Su cierre es justo el contrario que el de Tony, pues no se sacrifica, decide darse, después de tantísimos años, el capricho de tener la vida tranquila con la que siempre había soñado. Más allá de su cierre, el cual me recuerda a la tranquilidad final que transmite El Retorno del Rey, la representación de Steve Rogers en esta cinta es elevada a la categoría de mito. Si para nosotros ya era un héroe más humanizado que en los cómics, en esta última película recoge lo visto en La Era de Ultrón para terminar siendo el icono más representativo de los Vengadores al gritar a viva voz “¡Vengadores, reuníos!”. El protagonismo que se reparte con Iron Man es lo que hace a esta cinta tan particular en su concepto, tan interesante en su cierre de arco de personajes.

Este interés no se termina de despertar del todo con el personaje de Thor. El cual empezó su trayectoria, al igual que sus demás compañeros de equipo, de una manera muy distinta a cómo acaba en esta película. Sin embargo, el desarrollo de personaje supone el mayor obstáculo para que la película se tome en serio a sí misma. La idealización que Thor tenía se ve mermada por una humanización radical que no conoce límites y que, debido a eso, termina siendo ridícula. Thor, el dios del Trueno, el rey de Asgard, termina siendo un payaso. Quién lo diría, ¿verdad? El acento cómico que tiene su personaje no es el principal problema que envuelve a su planteamiento (no olvidemos que en Thor Ragnarok ya respiraba chistes a mansalva), sino que su conversión a la parodia, al objeto de burla del grupo es lo que hace de Thor el peor personaje de toda la película. El desarrollo conseguido tras su trilogía individual y el paso por las películas corales de los Vengadores se siente inútil, inexistente a nuestros ojos.

Que un personaje caiga es normal. El aportar matices a un personaje de ficción es lo que lo vuelve interesante. Lo vimos con Luke Skywalker en The Last Jedi, pero este finalmente se recompuso para la batalla final y encaró a todo un imperio galáctico. El camino de Thor en Endgame es parecido, aunque no igual, al caso del personaje de Mark Hamill que ha levantado tantísima polémica a su alrededor. El personaje de Luke en el octavo episodio de Star Wars tenía un desarrollo psicológico interesante de ver y de analizar. Caía su mito, abandonaba lo que un día fue, pero todo ello contaba con una reflexión detrás, una crítica hacia la propia Orden Jedi y sus fracasos personales para, finalmente, ofrecer una auténtica evolución en su personaje. Esto no sucede con Thor al convertirse en el hazme reír del grupo; literalmente todos los Vengadores no quieren tenerle en cuenta y se llevan las manos a la cabeza con cada una de sus intervenciones. En un prinicipio esta versión “gordita” de Thor es graciosa, divierte por su parecido con el Gran Lebowski, pero al acabar las tres horas de metraje de Endgame el personaje sigue siendo el mismo e incluso abandona a su pueblo dejando a un lado lo que un día quiso ser. Perfectamente esto podría haberse arreglado tras la conversación que tiene con su madre en Asgard al haber cambiado el “chip” y haberse tomado en serio a sí mismo, pero esto no termina ocurriendo. El increíble Stormbreaker que se suponía que sería capaz de derrotar a Thanos termina siendo un arma menos útil en comparación al Mjolnir.

En definitiva, es paradójico que viniendo de los hermanos Russo, los directores que convirtieron a Thor en uno de los personajes más interesantes en Infinity War, terminemos teniendo a un personaje tan diferente a como debería haberse desarrollado.

Pero no todo es negativo en el elenco de los Vengadores originales porque tanto el papel de Scarlett Johansson, como el de Jeremy Renner, terminan dejando un grandísimo sabor de boca. Ya en Avengers de Joss Whedon empezamos a ver la relación que unía a sus personajes, pero en Endgame terminamos viendo las consecuencias de una vida en la que siempre han terminado contando el uno para el otro. Es, a efectos prácticos, la relación más sana no amorosa de todo el UCM porque nos creemos los vínculos que los unen. Viuda Negra está afectada de sobremanera y nos ofrece los sentimientos que siente por una familia que ha perdido (al igual que Ojo de Halcón). Ambos pierden a sus familias y saben transmitir su pérdida de una manera sobresaliente. Perfectamente Scarlett Johansson nos ofrece una de sus mejores interpretaciones al transmitir su conflicto interno en sus ojos, la derrota en su mirada. Y aunque no termine siendo despedida de este universo como es debido (cabe recordar que tenemos que ver qué terminará haciendo Marvel en su película de orígenes), su adiós final es embriagador y cierra un círculo semejante al de Tony Stark.

Los demás personajes se reparten pesos en la trama de una manera más o menos llamativa. Podría haber sido interesante ver a Hulk tomarse una revancha tras la paliza que le dio Thanos en Infinity War, pero finalmente su personaje se reduce a uno mucho menos agresivo y con una presencia menos imponente a lo que se nos ha acostumbrado. Caso contrario sucede con Ant-Man, el cual adquiere un valor muy importante en todo el desarrollo de la historia y cuyas intervenciones son de lo más divertido de la película sin caer en el extremismo del Thor “paródico”. La presencia de Rocket es un gran refuerzo para los demás personajes y, de manera sorprendente, termina siendo Gamora el personaje secundario más interesante del film (casi al mismo nivel que su hermana en la cinta predecesora).

En lo que más brilla Avengers Endgame es en saber jugar con su propio universo, en querer llevar de la mano al espectador fan de esta franquicia durante tres horas de metraje. Una ejecución nada negativa ya que los hermanos Russo saben que si estamos disfrutando de este viaje final es porque hemos trazado un camino en sus películas. De ahí enlazamos a un componente fortísimo en su planteamiento: el fanservice. Un contenido hecho por y para fans que se bifurca en dos direcciones tan parecidas como diferentes entre sí. Por un lado tendríamos un fanservice de la propia filmografía de Marvel y, por otro, el de los cómics. Con ambas ramas se genera un tejido tan espectacular como repleto de referencias que ningún fan, tanto de los cómics como de las películas, dejará pasar ¿Un contenido fanservice es capaz de hacer a una película grandiosa? Dependiendo del producto podríamos afirmar con rapidez o negar con mesura. Pero es que Endgame es, ante todo, un homenaje. Es el mayor espectáculo audiovisual de los últimos años y probablemente de nuestra generación. Difícilmente terminará siendo repetido o superado y, si se hace, ¡pues bienvenido sea!

Respondiendo a la pregunta iniciada en este análisis, podemos aclarar que Endgame no es la mejor cinta de Marvel Studios aunque nos cueste admitirlo. No es una película perfecta y no termina siendo tan redonda con Infinity War, pero no por ello deja de ser el conglomerado más apabullante de toda la historia del cine de superhéroes. Su última hora supera con creces cualquier tipo de expectativa que nos pudimos crear a raíz de sus tráilers y avances exclusivos.

En términos generales, Endgame es el punto y final de una saga con la hemos crecido y con la que el cine de superhéroes se ha consolidado en los circuitos culturales de Hollywood. El fenómeno que ha marcado seguramente sea irrepetible, pero conociendo a las prodigiosas mentes creativas que tiene Marvel Studios, siempre queda un espacio para la sorpresa y para la innovación. Nos despedimos de héroes con los que nos hemos encariñado y que han sido un importante componente de la cultura popular del siglo XXI. Pero aún quedan otros tantos que tendrán mucho que decir en futuras producciones cinematográficas como televisivas. Endgame no es sólo historia de su propio género, sino que se convierte por méritos propios en el fenómeno cinematográfico, social y cultural más grande de nuestro tiempo.